viernes, 20 de junio de 2014

Enredada

Una vez más el sueño se apoderaba de mí, cogía su mejor traje y enamoraba mi conciencia.

Como una víbora negra que te seduce hasta sus entrañas, al llegar a su terreno empezaba a mostrar una serie de imágenes desagradables y como si se tratase de un relato que te explicaba, te encontrabas a modo de espectador atado a una butaca.

Y parecía ser divertido, para una parte de mi mente, pero no para mí. Intentaba huir y creía que lo conseguía, pero como si traspasase una puerta imaginaria, me encontraba en otro lugar y suspirando pensaba: Por fin...

Pero evidentemente me equivocaba, mi sueño es más inteligente que yo. Volvía a estar en otro lugar, sin poder tocar la libertad.

Y así una, y otra, y otra vez... Hasta que él se cansaba y me empujaba a la realidad.




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